El CPAP es un método de ventilación no invasiva que genera presión positiva en la vía aérea impidiendo el colapso. Es una máquina que insufla aire a presión positiva vía nasal a través de una mascarilla. El valor de la presión se mantiene constante durante la inspiración y la espiración y corrige los episodios de apneas/hipoapnea, así como los ronquidos que las acompañan habitualmente.

Es necesario individualizar la presión de tratamiento, intentando que sea la presión más baja posible. Una presión insuficiente no eliminará las apneas de forma eficaz, mientras que una presión excesiva puede resultar molesta e impedir un correcto cumplimiento del tratamiento. La presión óptima se determina mediante la titulación de CPAP, y es importante revisar la presión necesaria una vez al año, ya que ésta puede variar.

La elección de la mascarilla adecuada es fundamental. Que ésta sea cómoda, flexible y lo más ligera posible hace que el cumplimiento del tratamiento sea mayor. Algunos pacientes con obstrucción nasal o tendencia a abrir la boca mientras duermen necesitan el uso de mascarillas nasobucales.

En los pacientes que refieren sequedad nasofaríngea con el uso del CPAP, incorporar un humidificador suele solucionar el problema.

El AutoCPAP proporciona aire variable en lugar de fijo según las necesidades del paciente en cada momento, ya que éstas varían según la noche, las fases del sueño y la posición entre otros factores. Suelen ser mejor tolerados y valorados, y son en la mayoría de los casos más cómodos.

La pérdida de peso, realización de ejercicio físico, evitar tabaco, alcohol y fármacos que relajen la musculatura deben acompañar al tratamiento con CPAP.